Conforme se acerca el final de agosto son muchas las personas que ven crecer en su interior una inexplicable sensación de desazón. Un no sé qué que hace que estén tristes, les falte el apetito o incluso favorece una etapa de falta de sueño.
En muy extrañas ocasiones, el estrés postvacacional puede perpetuarse más allá de un mes para convertirse en un síndrome de ansiedad generalizada o un estrés crónico. En ambos casos, deberías consultar a un especialista.
¿Asustado? No deberías estarlo, el síndrome postvacacional no solo es fácilmente reconocible, también es previsible y altamente remediable. ¿No sabes cómo? Sigue leyendo.
Reserva unos días de transición
Tanto si te vas de tu hogar como si te quedas y simplemente cambias tu rutina por unos días de puro disfrute, reserva dos o tres días de transición hasta empezar tu jornada laboral.
¿Qué significa transición? Pues pasar de punto A, disfrute y descanso; a punto B, madrugones y trabajo. Suena duro, pero si lo contemplas como lo que es, serás capaz de asumirlo antes.

Si te marchas, vuelve unos días antes
Tanto si te vas de tu hogar como si te quedas y simplemente cambias tu rutina por unos días de puro disfrute, reserva dos o tres días de transición hasta empezar tu jornada laboral.
¿Qué significa transición? Pues pasar de punto A, disfrute y descanso; a punto B, madrugones y trabajo. Suena duro, pero si lo contemplas como lo que es, serás capaz de asumirlo antes.
Adapta tus horarios
Incluso si te pilla fuera, adapta tu horario. Ve paulatinamente acercándote a tus horarios habituales de trabajo. Parece absurdo empezar a madrugar en tu periodo de descanso, pero, lo creas o no, tu cuerpo lo agradecerá muchísimo.
Deberás desplazar también algunos otros hábitos en consecuencia. Tu horario de comidas también se adaptará a las horas a las que estás despierto, pero intenta no forzarlo demasiado. Un buen indicativo es comer cuando realmente tienes hambre.


Reanuda tus actividades extralaborales
¿Salías a tomar algo con la gente del trabajo habitualmente? ¿Jugabas a baloncesto después de tu jornada? ¿Tomabas clases de inglés? Nada te impide volver a realizar estas acciones durante tus vacaciones. Empieza volviendo a tu rutina diaria con las actividades que más te gustan o que menos pereza te dan.
Evita el estrés en el trabajo
¿Puedes aplazar alguna actividad especialmente estresante? No lo dudes, es mejor que te enfrentes a ella en unas semanas. Estarás más predispuesto y enérgico, por lo que desempeñarás tu tarea de mejor manera.

Aprovecha tu tiempo libre
Una vez que empieces a trabajar, dale a tu tiempo libre el valor que tiene. Pasar la tarde en casa con el teléfono en la mano solo fomentará esa sensación de desasosiego. Lo recomendable es reservar tu tiempo libre para actividades sociales que realmente te aporten algo. ¿Hace tiempo que no ves a tu amigo? ¿Desde cuándo no visitas a tus padres? Es el momento perfecto para mantener y prolongar esos lazos afectivos que os unen.
Aprende a meditar
Los primeros hombres aprendieron a controlar la ansiedad, la excitación y el temor por razones prácticas. Mediante el paso de los milenios, son muchas las culturas que han seguido desarrollando la meditación hasta lo que es hoy. Dedicar un tiempo a aprender sobre técnicas de meditación te proporcionará uno de los pilares fundamentales para mantener un estado de calma saludable pese a las situaciones adversas a las que te puedas enfrentar, por más estresantes que sean.


Duerme ocho horas
Es habitual dormir de manera insuficiente durante las etapas de más estrés, sin embargo debes esforzarte por dormir un mínimo de ocho horas diarias. Si te cuesta tener sueño, puedes inducir tu cuerpo a un estado de cansancio mediante la práctica de tu deporte favorito.
Entiende que solo de ti depende salir de tu estado emocional
Así es, no sucederá ningún milagro. Simplemente saldrás de tu estado emocional actual por tu propio pie, de ti depende el tiempo que pases así. Cuando interiorices que tú eres el dueño de tus emociones, aligerarás el proceso. Lo más importante es tener un espíritu positivo.