El ojo rojo o enrojecimiento ocular es, junto con el síndrome del ojo seco, uno de los problemas de salud ocular más frecuentes en nuestra sociedad. Aparece cuando se produce una rotura de alguno o varios capilares del ojo o una dilatación de los vasos sanguíneos. Es entonces cuando el ojo presenta un aspecto rojo e irritado, pudiendo llegar a afectar a una parte o a la totalidad del ojo.
A pesar de que muchas veces se debe a una inflamación leve de la conjuntiva o superficie ocular, también puede ser signo de otro tipo de patologías de mayor gravedad. Por este emotivo, es importante acudir siempre a un médico especialista que valore el caso y que ofrezca un diagnóstico y un tratamiento adecuado.
El ojo rojo es una afección multifactorial, es decir, puede estar provocada por distintas patologías y problemáticas de distinto origen y gravedad que se pueden dividir en tres categorías:
- Conjuntivitis alérgicas provocadas por el contacto con alérgenos suspendidos en el aire, como el polen o los ácaros, por ejemplo.
- Ojos en contacto con humo de fuego o tabaco.
- Climas secos y con poca humedad.
- Exposición a productos químicos, como el agua clorada de las piscinas.
- Contaminación atmosférica.
- Introducción de elementos en el ojo como polvo o arena.
- Sobreexposición a los rayos solares UV.
- Conjuntivitis. Ya sean infecciosas -virus o bacterias-, alérgicas o irritativas -cloro de las piscinas, cosméticos, cuerpo extraño en el ojo, etc.- las conjuntivitis pueden provocar que los vasos sanguíneos de la conjuntiva, una membrana transparente que cubre el globo ocular, se inflamen y confieran al ojo un aspecto rojizo e irritado.
- Cirugía ocular reciente. Las cirugías de tipo refractivo para corregir defectos visuales pueden llegar a provocar el enrojecimiento temporal de los ojos.
- Síndrome del ojo seco. Esta afección implica que el ojo no produzca la suficiente cantidad de lágrima, o bien que la que produce no sea de suficiente calidad. Esto provoca que la superficie ocular no esté bien lubricada y, por tanto, se inflame e irrite, enrojeciéndose.
- Mal uso de lentes de contacto. Los malos hábitos de higiene y manipulación de las lentes de contacto, o bien hacer un mal uso de ellas -llevarlas demasiadas horas, dormir con ellas, bañarse con ellas en agua de mar o de piscina, ducharse con ellas, etc.-, pueden propiciar la aparición de infecciones o irritaciones de la superficie del ojo y, por tanto, su enrojecimiento.
- Fatiga o estrés visual. Pasar muchas horas delante del ordenador o de otras pantallas digitales puede provocar un enrojecimiento e irritación de la superficie ocular.
- Glaucoma. El glaucoma es una enfermedad ocular que, por lo general, no presenta síntomas hasta fases avanzadas y que va mermando la visión de forma gradual. Sin embargo, uno de los signos que suele presentarse con más frecuencia es el del ojo rojo, provocado por el aumento de la presión intraocular que puede llegar a dañar el nervio óptico.
- Uveitis. La úvea es la capa vascular media del ojo y es el tejido con más vasos sanguíneos del organismo. La uveítis se produce cuando esta capa se inflama, enrojece e hincha. Existen distintos tipos de uveítis dependiendo del área de la membrana que esté inflamada y, en los peores casos, puede causar daño en el tejido ocular o una pérdida permanente de la visión.
- Úlceras corneales. El enrojecimiento ocular es también un síntoma característico de las úlceras corneales, generalmente de origen infeccioso, y que, si no se tratan a tiempo, pueden llegar a afectar gravemente a la visión.
- Traumatismos. Algunos accidentes pueden provocar traumatismos de distintas características, desde la introducción de un cuerpo extraño en el ojo, hasta una quemadura química o una perforación ocular que provocará un enrojecimiento del ojo, además de poner en riesgo su visión e integridad.
Como hemos visto, el ojo rojo puede estar provocado por una gran variedad de factores de distinto origen y gravedad. Por este motivo, es importante acudir a un médico especialista ante cualquier síntoma que nos indique que el enrojecimiento no se trata de una cuestión puntual o no remite pasadas unas 24 horas. El examen oftalmológico determinará a qué se debe exactamente esa molestia y se podrá iniciar el tratamiento adecuado, evitando posibles complicaciones.
En los casos de menor gravedad, normalmente la solución pasa por el uso de una solución oftálmica con propiedades calmantes que suavizan y refrescan los ojos cansados, molestos e irritados causados por factores como la contaminación, el polvo, el agua de mar o de piscina, la exposición prolongada y sin protección a los rayos UV o el trabajo prolongado delante de pantallas digitales.